
Hace algún tiempo que no me daban una rastriza así, de hecho dudo que alguna vez me la hubieran dado. Pero está bien.
El viernes pasado el equipo conformado por los hombres del salón escogió a su chivo expiatorio, el que defendería a capa y espada una arquitectura de computadora basada en el Pentium IV ante la malvada opositora: una AMD 64FX. La víctima: yo.
Pero ¿a quién engaño? Aunque en un principio no quería pasar, me encanto la idea de pararme allí, respondiendo las preguntas, y quizás, obteniendo la victoria (maldito ego).
Hago la aclaración que en ningún momento menosprecie las razones que pudieran dar las chavas de mi salón. Uno de los pocos puntos a mi favor.
En fin, me pare, anote las características de la computadora, e inicie, seguro de mi mismo aunque algo exaltado por cierto incidente (:P).
Y al finalizar, comenzaron las femeninas preguntas.
Pregunta 1: Fácil
Pregunta 2: Regular
Pregunta 3: Umm…
Pregunta 4: Socorro!!!
Pregunta 5: Double K.O
Conclusión de la profesora:
“Esta vez los hombres demostraron su ignorancia…”
¿Qué hice? Al principio lo tome con clama. Fui y reverencie a mis verdugas (verdugos, pero en femenino), y después le pregunte a tres personas (una neutra y dos polarizadas) que les pareció mi participación.
El consenso fue general: empecé bien, pero me enrede al final y me note desesperado.
Hasta ahí todo iba bien, Jacuna Matata, Júpiter y los pescados voladores.
¿Qué me paso entonces?
Al subir las escaleras después de carearme con las chavas que me hicieron las preguntas (y de que me dieran su opinión) me sentí mal, mis facciones se tensaron, algo similar a cuando una vez me hiperventile.
Maldito ego ¿Qué no puedo asimilar una derrota tranquilamente?, ¿Sigo siendo, acaso, el mismo niño que se enojaba cuando su hermano le ganaba en Tazos?
¿No puedo asimilar que a veces fallo y que no por eso pierdo valor?
En fin
Gracias Verdugas (L & J)
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